Artículo Dio: por Demetrio Luizón
Director
Técnico de la
Selección
Argentina
El
grupo humano es fundamental para la obtención de logros.
Sabíamos
que un tropiezo nos hubiese significado
el fracaso y el regreso a casa, así como nos pasó en el panamericano de
Paraguay en octubre del 99, en donde no clasificamos para las instancias
finales.
Era
fundamental, que los muchachos asumieran el rol de jugador de la Selección
Argentina.
Una
frase que siempre repetía después de esto, no hay nada más
Esto
es lo máximo.
Somos
participes de una selección nacional y no individualidades en busca de un
logro.
Muchos
de ustedes, -refiriéndome a los jugadores-, como muchos de nosotros
-refiriéndonos a la gente del cuerpo técnico-
capaz que sea la última vez que pasáramos por esto o no.
Los
mundiales se juegan cada tres años y en ese tiempo pasan tantas cosas.
Uno
no sabe donde va estar en el 2003.
Todos
se debían cuidar . Una mala pasada de alguno de los jugadores, sería
determinante en las instancias finales.
Había
que someterse y cumplir al pie de la letra lo estipulado por el cuerpo técnico.
No
había que dejar pasar la oportunidad que nos dieron distintas circunstancias
para que estuviéramos ahí.
Poco
a poco el grupo fue apareciendo.
De
ser unos pocos los primeros días en Cochabamba , sin indumentaria deportiva que
nos identificara como tal y con la incógnita de cómo se iba a cerrar la lista
final de jugadores, ya que se esperaba a muchachos que habían estado en el
proceso de estos dos años y cuando visualizaba el equipo no veía de que
pudieran estar con nosotros.
Los
primeros momentos en Bolivia, fueron unos días llenos de tensión, para el
cuerpo técnico, que tratamos de no trasmitir a los jugadores. Esperar dos años
para esto y nos encontrábamos en el punto más bajo del tacho en el tiempo
transcurrido. Pero debíamos tener una estrategia acertada, para comenzar a transitar esos días previos
al inicio del mundial.
Pero
el grupo comenzó a aparecer.
Y cuando digo a aparecer me refiero a
transformarse de jugador a hincha y entonar los cantitos de la hinchada.
El inconfundible vamos, vamos Argentina; el
ole, ole , ole; ole, ole, ole, ola, soy Argentino, es un sentimiento no puedo
parar y el que alegría que alegría,
ole, ole, ola, vamos, vamos Argentina, que estas para ganar; con esta hinchada
loca, te sigue a donde vas...
El
colectivo chiquito de veinte asientos se movía esos quince minutos que íbamos
desde la cancha hasta el hotel después del entrenamiento que parecía que se iba
a desarmar. La gente de Cochabamba comenzaba a observar que el grupo estaba.
Había
una camaradería. Era infernal escuchar los cantos antes de cada ingesta en el
comedor. En las veredas y las calles de Cochabamba.
Eran
seis las delegaciones que llevaron a cabo, la adaptación con nosotros en
Cochabamba.
Paraguay,
Australia, Bielorusia, Uruguay, Bélgica y España.
Realmente
el grupo fue de lo mejor. Una confianza , una concentración, una entrega en
todo momento. Eso fue determinante al final. De los doce años como técnico en distintos
deportes no recuerdo haber tenido un grupo humano como fue este.
Esto
nos ayudo a llegar a la semifinal bien compactos.
Ahí
nos encontramos con Colombia. El mejor. Nos ganó bien. Fue campeón al final del
torneo.
Saber
separar los momentos y buscar en los
últimos 26 segundos del partido por el
tercer puesto contra Rusia (campeón europeo) cuando perdíamos 6 a 5 y con
12.000 bolivianos en el coliseo de La Paz alentando a los europeos.
La medalla de bronce no la íbamos a dejar
escapar así nomás.
El
objetivo era estar en el podio y nadie nos iba a quitar esa ilusión.
Si
a veces, no ponemos a escuchar con atención, todos los debiera alrededor de
nosotros y nos obligamos a
concentrarnos, nos estamos sumiendo en una batalla, desperdiciando energías.
Primero
esta la tarea dirigida a hacer la tarea, luego la tarea que resiste el esfuerzo
de hacer la tarea y finalmente la tarea dirigida a luchar contra la
resistencia.
Toda esta energía y resistencia es de
nosotros. Hemos cubiertos ambos lados de la cancha y hasta al arbitro
¡Realmente algo agotador!.
En
esos últimos segundos, que nos acercaban al final de nuestra participación del
VII mundial se les marco, que visualizaran un sistema de salida. Así fue.
Buscamos la pelota en la red de nuestro arco(nos habían convertido el sexto
gol) y
fuimos decidios a cumplir con lo que visualizábamos. La pelota en
segundos, terminó en la red de los
Rusos, esto nos daba oxigeno para ir a tiempo suplementario.
El presidente de la Federación Boliviana y de Eslovaquia unas horas después de
finalizar, me preguntaban que les había marcado en la pizarra en esos segundos
finales. Les conté que había dado una
tarea a cumplir. No acreditaban lo que les comentaban. Atinaron solo a sonreír. _
Si no fuese por el grupo, por aguantar la presión en
los entrenamientos y creer que esa
herramienta la necesitaríamos en situaciones limites, no se hubiese alcanzado
el objetivo.
Esa
medalla, que lucio en la premiación, en nuestros pechos, fue el resultado de el
buen grupo humano que conformamos. De manos entrelazadas en busca de un
objetivo bien claro. De almas con sacrificio y con afán de victoria. Esa
actitud ganadora hasta el final.
Esas
sonrisas con las que volvieron a sus hogares a compartir con los suyos este
logro alcanzado.
Y
pensar que todo esto paso por ese grupo que quedará en la memoria de los que
estuvimos ahí y de los que de una u otra forma estuvieron siempre con nosotros.
No
importa cuanto dolor o fracaso uno tenga.
Así es toda la vida.
Toda
una vida en busca de algo excelente.
Todo
lo que paso en mi vida tiene un significado, cual es no se.
Lo
importante es que tenga una linda e histórica vida deportiva.
Jugar
un mundial es un deseo.
Alcanzar
la medalla de oro es algo muy difícil tal vez.
Sea
capaz de lograrla o no, siempre seguiré soñando con ella.